La imaginación de los niños


Este fin de semana he estado con mis sobrinos, los hijos de mis cuñadas. La verdad es que a alguien que le encantan los niños, es una suerte y un motivo de alegría casi continuo estar con los peques de la familia.

Siempre se puede sacar algo interesante observándoles. La conclusión, evidente, es que no tienen límites en su imaginación. Para ellos, cada cosa, cada animal, cada persona, les llama la atención y empiezan a fantasear y construir una historia desde su ingenua ( ¿quizás ideal?) realidad.

En la piscina inventan juegos imposibles, deciden el rol que cada uno de los mayores tenemos que realizar y narran su última aventura una y mil veces de forma distinta. Son unos insaciables de lo dinámico, de lo irreal, de lo impredecible. Por eso tienes que estar con todos los sentidos pendientes de ellos, porque en su "total apertura", no perciben el peligro como algo evidente.

Yo aprendo con cada movimiento que hacen, con cada una de las reacciones que tienen. Seguimos jugando a cosas que nuestros padres nos han transmitido. Y las vamos "modernizando", alternando Mazinger Z con Spiderman o Barrio Sésamo con Pocoyo. También creo que me aportan enormes dosis de vitalidad y energía. Me encantan. La semana que viene estaré con los hijos de mi hermana y seguro que me siguen sorprendiendo.

Recuerdo todo esto cuando vuelvo a leer una atrevida pero clarificadora entrada de Andrés Pérez Ortega en su blog de Marcapropia. Esos párrafos han estado sonando en mi cabeza durante todo el día de ayer y parte del de hoy. En realidad, creo que muchos quieren ponernos límites a nuestra imaginación, a nuestro impulso por mejorar la realidad empresarial.

Hoy, cuando tenemos interrogantes en nuestra economía aunque afortunadamente nos envidian otros paises, cuando los dinamizadores de la misma se encuentran con sus incertidumbres ampliamente rentabilizadas en el pasado, es el momento de la verdad, donde tenemos que demostrar que tenemos menos límites de los que nos quieren imponer. Que no sólo tenemos Nadales, Fernandos Alonsos, Gasoles y ahora Contadores.

Somos un grupo hiperpreparado de gente, personas, individuos, listos para dinamizar las empresas, imaginar nuestros sueños y poner en práctica nuestras ideas. Y es la única forma de encender el futuro. De crear, de asombrar, de ilusionarnos. No queremos cambiar el sistema, queremos mejorarlo, no deseamos crear más constructoras insaciables de poder y riqueza, queremos nuevas iniciativas en diseño, en industrias, en tecnología, en emprender compañías globales, en internacionalizar nuestra economía. En definitiva, nosotros, las personas del siglo 21, queremos ser como nuestros niños: dinámicos, soñadores, innovadores, imaginativos y emprendedores. Dentro de organizaciones que nos acompañen en el peligro que siempre existe, pero dejándonos la libertad que nuestra identidad nos pide.

El futuro, en todo su contexto, es un exquisito plato, en el que, en estos momentos, las personas somos el ingrediente principal. Cuanto antes tu empresa entienda esta revolución, antes liderará el futuro del mercado.


2 Comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno!

Por cierto, veo que no sólo los niños se han quedado enganchados con Pocoyo... por algo será!

Besos

Dioni F. Nespral dijo...

Gracias Conchi.

Ya sabes que todo lo innovador me llama la atención. Con los niños no solo se descubren nuevas ideas, sino que te enseñan lo mejor de la vida.

Gracias por pasar por aquí.