Barreras de salida en la empresa


Aquellas personas que han participado en proyectos de estrategia, conocen perfectamente el sentido de las "barreras de salida", en el famoso análisis de las 5 fuerzas de Porter.

Aprovechándome de las palabras, me gusta utilizarlas en el ámbito empresarial y más concretamente en el de los mal llamados "recursos humanos", o personas que trabajan en las empresas. Define perfectamente uno de los mayores errores de las grandes corporaciones.

Las barreras de salida son cada vez más evidentes en las empresas. Durante años, se han ido construyendo estos muros silenciosos e invisibles y cuando te quieres dar cuenta, se han creado auténticos castillos, fortines y, como no, cárceles.

En los castillos, rodeados de fortalezas y seguridad, se encuentran las personas que no aportan un valor añadido a la organización, pero que se han ido adaptando al entorno acumulando beneficios sociales excepcionales. Y enfatizo lo de excepcionales. No es la norma habitual de las empresas españolas, tan sólo de la élite.

Imaginemos por tanto, una situación así en una empresa importante, suficientemente grande. Una persona que piensa lo siguiente: "

"Si en mi empresa tengo beneficios, guardería, servicios, etc..., ¿Para qué me voy a ir?. Me valoran por mi tiempo en un porcentaje alto y en un porcentaje mínimo, por mi aportación extra. De hecho, nunca me han pedido más de lo que pudiera dar. Mi trabajo y el rol están perfectamente explicados y redactados en la descripción de mi puesto de trabajo (inciso: otro de los grandes inventos de los genios de lo RRHH). Estoy integrado en la organización. ¿Irme? ¿Perdón?...."

En la misma compañía figuran las personas que viven en la cárcel, aquellas que han intentado aportar un valor añadido, crear nuevos conceptos o aportar ideas relevantes. Han sido apartados emocionalmente y mezclados con los que conviven en los castillos. Ellos no ven la fortaleza, la seguridad. Ellos no se motivan por los beneficios, se motivan por las acciones, por el desarrollo, por la iniciativa, por el avance. Son mentes inquietas, encerradas en el mismo entorno, pero en el que ven barrotes de cárcel, cuando los otros ven barrotes de seguridad.

Y al final, buscan su salida, o no. Acaban entendiendo que " el sistema es así". ¿Quieres ir a otra empresa donde te tratarán peor, te pedirán más y no tendrás la seguridad que aquí tienes?". Visto así, la cárcel al menos, tiene una celda amplia, con acceso a internet y donde comes 3 veces al día.

Las empresas están repletas de talento, de personas deseando aportar y mezclar contenido. El exterior está abierto a nuevas oportunidades. Y sin embargo, nuestro día a día no nos deja verlo. Seguimos cerrando las puertas de la oficina cada noche, asegurando a los satisfechos y complacientes y encerrando a los innovadores.

La pregunta es: mirando a vuestro alrededor en vuestra empresa, ¿Véis muchos conformistas felices e innovadores insatisfechos?. ¿ Hay cárceles o hay castillos?

Es hora de cambiar, es hora de darle la vuelta a lo habitual. No es el momento de gestionar el talento, ni de potenciar el capital humano, es el momento de liberar el talento.

Y tú, donde vives, ¿en un castillo o en una cárcel?


8 Comentarios:

Anónimo dijo...

Genial colofón a la entrada, "el talento no se gestiona, se libera". Es más, una vez libre, lo que tiene que hacer la empresa es poner los medios que faciliten un libre discurrir del talento por la "buena" dirección.

Roberto Carballo dijo...

Pero Dioni -y es lo que se piensa consciente o insconscientemente entre los gestores de recursos humanos-, "qué miedo, qué miedo, qué puede pasar si liberamos el talento, .... peligra nuestra posición .... si no queda más remedio y hay que hacerlo, hagámoslo de tal forma que tengamos controlado el proceso" ... ¿Irónico o profundo?. Un acierto, Roberto Carballo (www.robertocarballo.com)

Avelino Vallina dijo...

Si se libera el talento tendrán que escuchar. Si escuchan es más que probable que no les guste lo que oyen.
¿Qué hacer entonces?.
Nada de liberar. Hay que mantener a toda costa la verdad oficial.
Todo lo que contradiga esa verdad es una actitud negativa. Y la actitud negativa es pecado mortal y nos lleva directos al infierno.
Como nadie quiere ir al infierno todos repetirán los dogmas de la empresa como papagayos.
¿Cómo corregir los defectos si no se conocen?.
Pues eso.
Muy buen post, Dioni.
Saludos.

Rafael Martínez dijo...

Una descripción un tanto extremista (habrá grises entre el blanco y el negro). De todas formas, para contradecirme, voy, simplemente, a contestar a tu pregunta:

Soy, aunque sea algo presuntuoso, un caso de libro de habitante de una cárcel.

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

El detalle peligroso es que las empresas han construido con sutileza castillos y cárceles donde nada parece lo que es.

jaimecuesta dijo...

Hola,

Yo soy de los de la cárcel. Lo peor es que cuando sales fuera y comparas ves que mucha gente pelea por entrar allí donde tu no quieres estar.

¿Realmente es que no se apreciar lo que tengo? Sí y no. Con hipoteca y tres niños menores de cinco años las decisiones se toman de otra manera... Además en la cárcel se está calentito.

Félix dijo...

Esto que comentas para el caso de los directivos me recuerda el tema de las cárceles de oro: no haces lo que te apetece (en otra parte) porque aquí estás razonablemente bien, pero no estás totalmente bien porque no haces lo que te apetece.

Anónimo dijo...

Cárcel y de cadena perpétua. Funcionaria con ganas de salir. Aún se entiende menos, soy consciente. Pero donde hace unos año se estaba calentito, ahora la silla quema.