Murallas contra el cambio




Estamos sin duda en un momento crucial. La economía del siglo XXI empieza a tomar cuerpo. Las sociedades clásicas transformándose en sociedades volcadas en servicios innovadores e industrias tecnológicas. En este escenario notamos que nos quedamos atrás, que todos los intentos parecen haberse quedado en meras intenciones, que los pasos son débiles, que la percepción es de "no llegamos a tiempo"..... Chocamos con las "murallas contra el cambio", auténticas edificaciones difíciles de derribar.

La primera muralla no es precisamente específica de España. Tiene un carácter más internacional, pero que incide mucho más en nuestro sistema financiero que lo que lo hace en otros paises. Toca transformar profundamente el entramado financiero español. No hay duda, parece evidente que todas las informaciones destacan la inminente debilidad en la que caerán numerosas entidades que tienen alta dependencia de la bancarrota inmobiliaria. Es la hora de decidir que es real y qué es ficticio. Esto nos enfrentará a una auténtica auditoría. La realidad es que muchos nubarrones siguen apareciendo últimamente y la reordenación y ajuste del sistema debe ser una asignatura a aprobar en los próximos meses.

Esta muralla caerá, no tendrá otra opción. Es necesario volver al crédito de la inversión, de la liquidez real. Es prioritario. La inversión pública que estimule empleo, no dejará de caer en 2010. Es hora de abrir de nuevo el grifo a proyectos, a ilusiones y al desarrollo de iniciativas de valor añadido. No hay otra opción y el camino está escrito. Hay que encontrar la senda de la inversión antes que otros paises despeguen y encarezcan el dinero.

La segunda muralla es estructural. Y es compleja. Involucraría a la estructura educativa, administrativa, empresarial. Es el momento de la transparencia, de la construcción de sociedades abiertas, colaborativas, que crezcan por el impulso de muchos, no de unos pocos. En las parte institucional es la hora del gobierno abierto, de seriedad política, de transparencia institucional, de revisión de las leyes electorales, de cercanía al ciudadano, de confianza, de hechos, de igualdad, de una completa inmersión en la gestión del dinero público. Es el momento de saber, de servir, de olvidar jerarquías, de situar al ciudadano en el centro de atención y protagonismo.

El sistema educativo no está alineado con nuestras necesidades actuales. A todas luces, el fracaso arrastrado desde hace décadas, hace que nuestra preparación hacia el cambio, el espíritu emprendedor o innovador, sea insuficiente. La distancia de la realidad de la sociedad y la teórica de la Universidad es tan grande que se deberían revisar a fondo las metodologías, las estructuras, los recursos, etc... En una sociedad de la dimensión digital a la que nos encaminamos, se hace imprescindible que nuestras aptitudes sean otras, que la cultura conviva con el talento, con una nueva forma de entender la inteligencia.

La tercera hélice es la transformación empresarial. Nuestra estructura empresarial está construyendo un muro de contención para no dejar pasar aquello que huela a transformación. Es evidente que necesitamos empresas flexibles, dinámicas, independientes. Que no persigan la subvención, que luchen por el crecimiento basado en las ideas de las personas, que valoren al empleado como individuo y no como recurso. Es necesario crear y formar. Establecer la transparencia como motor. Analizar y aceptar los errores. Reinventar la estructura formal, que si bien es necesaria, debe dejar de ser jerárquica. Y tenemos que impulsar el esfuerzo, el desarrollo personal, la implicación en el crecimiento de las organizaciones. El futuro lo harán personas multidisciplinares, diversas, creativas e implicadas.

Y esto nos conecta con la última barrera: nosotros mismos. El futuro lo construimos cada uno de nosotros. Está afectado por el entorno, pero siempre hay un momento de decisión personal, de credibilidad y confianza en el esfuerzo. En una sociedad cada vez más abierta, transparente, e hiperconectada, tenemos que jugar un papel protagonista. Después de las revoluciones vividas, es el momento de la revolución social, de las personas. Vamos hacia sociedades cambiantes, llenas de tecnología, de biomedicina, de biotecnología, pero también de cercanía. Nunca antes la tecnología nos había acercado tanto. Vivimos tiempos exponenciales, dinámicos y llenos de incertidumbres, pero también vivimos en la mejor época de la historia. El futuro lo construimos nosotros. El futuro depende de nuestra actitud, tan latina, pero tan abierta. No hay vuelta atrás, tenemos que impulsar los cambios.

Las murallas irán, entonces, cayendo. Tiempo al tiempo.

Foto: Barreras. Dioni Nespral

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Innoxicación, la intoxicación de la innovación (*)




Este artículo fue originalmente publicado por el Centro Europeo de Empresas Innovadoras (CEEI) de Valencia, donde participe en una conferencia el pasado mes de diciembre, dentro del marco de la jornada "Tendencias actuales en Innovación". Disfrute con la atención excelente de todo el equipo de la organización del CEEI-Valencia y además tuve la suerte de conocer a Jose Antonio Soler, Director General de Montesol Energías, que nos mostró auténticos ejemplos de innovación basados en la diversificación y la búsqueda de nuevos mercados para productos existentes. También participó Cristina Vázquez, socia de CPE consulting Group y Directora de Marketing de Pymesonline.com, una auténtica pionera en la innovación a través de las TICs.

(*) el término Innoxicación está basado en el conocido concepto de Infoxicación de mi admirado Alfons Cornellá.

Innoxicación,( la intoxicación de la innovación)

Parece poco congruente que sea así titulado un escrito sobre innovación. Es como ponerle puertas al campo, pero también es necesario establecer cuanto antes un marco adecuado, debido al uso indiscriminado de la palabra.

Hace 20 meses pocas autoridades y representantes empresariales utilizaban la palabra en sus discursos. Sirva como ejemplo que en el debate electoral de febrero de 2008, el candidato a presidente, José Luis Rodriguez Zapatero, nombró en una sola ocasión la palabra innovación. Como candidato a presidente del Gobierno, en su discurso de investidura de 8 de abril de 2008, introduce el término 11 veces. Y la misma palabra fue ampliamente nombrada en el debate sobre el estado de la nación del 12 de mayo de 2009. De la inexistencia de la innovación hemos pasado a la innovación en cualquier parte. Y todo tiene su justa medida en su aplicación, para que pueda obtenerse un impacto adecuado.

Las pymes son las que más a menudo tienen “el problema de innovar”. En primer lugar porque muy pocas han nacido innovadoras. Y por innovadoras no me refiero a nacidas en un proyecto tecnológicamente innovador, sino a ser culturalmente innovadora. Es muy difícil que así sea desde un principio. Sin embargo, en determinado momento, se le pide a la pyme “que innove”. ¿Cómo puedo de repente desarrollar una política global de innovación empresarial?, se preguntan muchos directivos de estas pequeñas y medianas organizaciones. Y la respuesta no es fácil. En mi opinión hay diferentes “niveles de innovación”, que nos deben servir para matizar nuestra respuesta. No es lo mismo una empresa involucrada en elementos tecnológicos de alta rotación de productos que empresas con sectores poco dinámicos, con limitada competencia.

Entendiendo la confusión que suele darse y la decisión general de “no hacer por no saber o no poder gestionar e innovar a la vez”, podríamos definir los siguientes elementos claves para poder acceder a una posición estratégica adecuada de innovación:

1.- Establecer un análisis interno, para definir si la empresa es culturalmente innovadora o no. Observando la apertura cultural de la organización, la participación horizontal de las personas, las oportunidades de creación por parte de la plantilla, la socialianza existente, etc. Debemos de tener en cuenta que este proceso de adaptación constante, llevará su tiempo. Se debe de plantear en un marco de tiempo de medio plazo. Es fundamental desarrollarlo, ya que es la base para garantizar una mayor explosión de las ideas atractivas en un futuro, que se vislumbra cada vez más dinámico.

2.- Conocer la posición de la empresa en el mercado, desde la realidad de “necesidad de innovación”. El mercado y el entorno nos facilitarán la necesidad de establecer políticas constantes, incrementales o radicales, respecto a la innovación. No toda empresa debe innovar en la misma dirección, ni intensidad, ni del mismo modo.

3.- Focalizarse en la innovación del modelo de negocio. Sin desprestigiar a la innovación tecnológica, de procesos o productos, la concentración de las acciones de innovación en estos focos, supone cada vez más una menor ventaja competitiva. Tanto la innovación tecnológica (excepto en sectores de alta intensidad de la misma), como la innovación basada exclusivamente en productos o procesos, son cada vez más fácilmente copiables, lo que implica un menor retorno y una menor ventaja competitiva sostenible en el tiempo. Por el contrario, la innovación basada principalmente en elaborar nuevos modelos de negocio y por consiguiente de ingresos, es más personal, más difícil de copiar y por tanto, más sostenible en el tiempo.

4.- Ser prudente en las expectativas. Si el papel lo aguanta todo, las ideas soportan todo lo que les añadamos hasta creer absolutamente en los cambios que se van a producir. Un ajuste correcto hacia la realidad es una buena recomendación. Los cambios y la gestión de los mismos, de cara a ser una organización de cultura innovadora, tendrán muchos obstáculos que habrá que tener en cuenta.

5.- Monitorizar los objetivos de innovación, estableciendo los indicadores necesarios para tener un seguimiento constante de las acciones realizadas. Sin caer en “la parálisis por la medición”, sí es importante tener un “cuadro de control” de las actuaciones.

6.- Innovación abierta para empresa abierta en mercados dinámicos. Es importante destacar que la posibilidad de interactuar con estos “nuevos términos”, no debería hacerse sin una adecuada transformación de la organización hacia la innovación global. Por ello, acciones de innovación abierta tienen resultados satisfactorios en organizaciones con alta preparación cultural para ello.

En resumen, en este entorno donde todo es innovación, deberíamos de adecuarla a la medida justa para cada organización, entendiendo además que es necesario más que nunca, tomar acción, transformar adecuadamente las bases culturales y organizativas de las empresas y ajustar en la medida de lo posible, las acciones hacia la creación de nuevos modelos de negocio e ingresos.

Por último, comprender que las nuevas herramientas, el entorno digital en el que vivimos, hará cada vez más importante que estemos orientados a una mayor interrelación de todos las partes implicadas en los procesos de innovación, lo que permitirá en el futuro una mayor implicación de las comunidades de talento. Esto, nos llevará a una mayor valoración de las personas y las ideas en las organizaciones que, por lo tanto, deberán estar preparadas para la integración activa de las personas.

Nuestro reto es pasar de este estado de Innoxicación a un verdadero escenario estratégico de Innovación.

Foto: Arco Iris en Asturias. (Dioni Nespral 2006)


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